miércoles, 4 de julio de 2012

Igualdad para todos, ¿mito o realidad?

Tradicionalmente, mi familia y yo nos sentamos a cenar todos juntos todas las noches, o por lo menos eso intentamos. Es nuestro espacio para conversar de todo y de nada a la vez. Hoy, mi hermano, quien está cursando su último año en el colegio, nos contó una historia.

Como todos sabemos en Panamá, es prohibido que los estudiantes de primaria y secundaria lleven celulares a las instalaciones educativas. Esto siempre causa discusiones en mi casa, pero ese no es el tema. Resulta que esta vez, unas niñas decidieron que era justo decirle a las personas de "autoridad" en el colegio que habían estudiantes con celulares en las instalaciones.

Cuando estas personas fueron a hacer inspección descubrieron que las acusadas habían entregado los celulares a la abuela de una niña que sufre de una enfermedad en los huesos y debe estar en una silla de ruedas. Esto para evitar que se los decomisaran.

La niña sólo puede ser atendida por sus abuelos, quienes son los responsables de llevarla a la escuela, subirla a su silla de ruedas y llevarla al salón, ya que sus padres trabajan todo el día.

Debido a la pequeña fechoría de las niñas de entregar los celulares a la señora, y de la señora de aceptarlos, ella no es bienvenida en el colegio más, por lo que su nieta no puede asistir al colegio y recibir sus clases como el resto de sus compañeros.

Ahora mi pregunta, ¿creen que esto es justo para ella? Yo entiendo que los colegios tengan reglas y pautas que cumplir, y más si vienen del Ministerio de Educación, pero a veces el sentido común debe ir por encima de todo.

Estamos hablando de una joven que no puede valerse por sí misma y que necesita la ayuda de su abuela, quien, estoy segura, sólo quiso ayudar a las niñas.

Quisiera pensar que por ser un colegio dirigido por religiosos tendrían mayor compasión por la situación, pero cada día que pasa y cada nueva historia que cuenta mi hermano pierdo la esperanza que eso pueda suceder.

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